Realmente no se puede decir que en Marruecos haya castillos. Pero sí hay construcciones árabes como la Kasbah de Ait Ben Haddou, que cumplen la función defensiva que a los grandes castillos, baluartes y alcazabas se le asignaban en la Edad Media en Europa. Es precisamente uno de esos castillos o fortalezas, que en árabe se conocen como kasbah. Al que me refiero ocupó un episodio importante de mi viaje a Marruecos, especialmente durante la estancia en Marrakech.
Un destino de película
Siguiendo la carretera nacional 10, que me aleja de Marrakech en dirección sureste, el Atlas es el compañero de viaje. A casi doscientos kilómetros de la emblemática ciudad marroquí una parada se hace obligatoria. Aún no tiene el halo de explotación turística de otros lugares del norte de África, lo que le confiere aún mayor atractivo. En realidad hay que desviarse un poco de la carretera sureña para encontrarme con la silueta de la Kasbah de Ait Ben Haddou sobre el río Ounila. Por suerte llego con la caída del sol, lo que aún incrementa más el valor paisajístico de este castillo árabe declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que ha sido el escenario de galardonadas películas recientemente.
Lawrence de Arabia, Jesús de Nazaret, Gladiator, La última tentación de Cristo, La Momia, Alejandro Magno, El Reino de los Cielos o una de las últimas entregas de Prince of Persia se han rodado en parte aquí, en la ciudad fortaleza de Ait Ben Haddou. Pasear por sus calles me lleva como cinéfilo empedernido a recordar escenas de algunas de estas películas y situar a sus personajes en algunos de sus rincones.
La joya de Marruecos
No me cabe lugar a duda de que la Kasbah de Ait Ben Haddou es uno de los lugares más bellos de Marruecos. Bien es cierto que no llegan muchos autocares turísticos hasta la peña, pero los pocos afortunados que tenemos el privilegio de alojarnos o visitar por un día la fortaleza somos testigos de cómo era la vida aquí hace varios siglos. Incluso tuve la oportunidad de alojarme en un cómodo hotel donde recibir la noche marroquí y saludar al amanecer sobre la cordillera del Atlas que me separa de Tánger.
Desde fuera la Kasbah de Ait Ben Haddou es un cúmulo de piedra rojiza sin que sea muy perceptible el contorno de las viviendas de las pocas familias que se alojan en su interior. Un puente cruza sobre el río Ounila, convertido casi todo el año en un mero arroyo con el que regar las huertas colindantes y suministrar agua a las palmeras que marcan el perímetro de la fortaleza. Otra opción más aventurera fue la que elegí, atravesar el escaso cauce por una sucesión de piedras dispuestas por la zona más baja del río.
Una de las ventajas de la Kasbah de Ait Ben Haddou es que a pesar de la que zona está poblada, las nuevas construcciones están apartadas de la fortaleza, por lo que se pueden contemplar desde fuera las viviendas y edificios levantados con adobe y paja, como las construcciones más antiguas de Marruecos. Para pasear por su interior es aconsejable contar con la ayuda y orientación de un guía local. Son muchos los que se ofrecen, tan solo hay que escoger alguno que medio hable el español (que son la mayoría) y concertar el precio antes de empezar. A partir de ahí la visita es un prometedor viaje en el tiempo por una de las construcciones más bonitas de Marruecos, la Kasbah de Ait Ben Haddou.