Mucho dista lo que imaginaba de La Granja de San Ildefonso cuando escuché el nombre por primera vez de lo que realmente me esperaba en el visita. En realidad no cabe imaginar que se van a ver animales pastando y rediles de ovejas. El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso es un conjunto de palacios, jardines, fuentes y parques catalogados dentro de la lista de la Reserva de la Biosfera y bajo el amparo y protección de Patrimonio Nacional. Es en resumen una exuberante muestra de la grandeza de imperio que se ha sabido conservar magistralmente hasta nuestros días.
La Granja de San Ildefonso comprende al municipio homónimo que acoge al palacio real y todos sus magníficos complementos. A la localidad llegué procedente de Segovia, con la imagen en la retina del impresionante acueducto romano. De mucho más tarde es lo que encontré en La Granja.
Palacios y jardines
Bajo el velo de Patrimonio Nacional se puede organizar una completa visita por todo lo que tiene que ofrecer el Real Sitio. Lo mejor es comprar el abono completo, teniendo la precaución de que las instalaciones del palacio cierran los lunes (el peor día para el viajero), si bien no todo el conjunto. Es aconsejable ir en familia si se tienen niños, pues son los primeros en quedarse impresionados con las fuentes, si bien los padres ponemos la atención en otros aspectos como la espectacular decoración del palacio.
Lo cierto es que es difícil organizar un viaje a La Granja de San Ildefonso con el propósito de ver todo lo que ha de mostrar el complejo en un solo día. El lunes cierra el palacio real, pero es el día en que abre la Botica del Jardín Botánico, que se puede visitar tan solo unas semanas al año.
Ruta acompañada de historia
Lo mejor para entender la grandiosidad de La Granja de San Ildefonso es conocer su historia. El conjunto de palacio y jardines, incluyendo la ermita, lo mandó construir el rey Felipe V, decidido como estaba a abdicar en favor de su hijo Luís I. Sin embargo, la prematura muerte del heredero al trono una vez coronado hizo que el rey tuviera que renunciar a su retiro, haciendo de La Granja el lugar predilecto de descanso del monarca.
La tradición real ha asociado a los monarcas desde los Reyes Católicos hasta Alfonso XIII. No es de extrañar que este privilegiado paraje que es La Granja de San Ildefonso fuese el preferido por algunos de los gobernantes, a tenor de la grandiosidad que albergan las instalaciones y el buen clima reinante.
¿Qué ver en La Granja de San Ildefonso?
Hechas las presentaciones corresponde iniciar la ruta por los jardines y edificios que constituyen al Real Sitio, sin descartar un recorrido por el casco antiguo del municipio. La oferta cultural de la localidad la completan los palacios de La Granja, la Fábrica de Vidrio y Riofrío.
Es indiscutible la inspiración francesa de los jardines y el palacio real, que recuerda a Versalles, donde sin duda pasó algún tiempo el joven monarca que, enamorado del enclave paisajístico, ordenó la construcción real.
El otoño se antoja la mejor época para visitar La Granja, por el color cálido de los árboles que pardean anunciando la llegada del frío. Si bien, en la primavera, con la eclosión natural de las plantas y flores, el lugar presenta una estampa idílica.
El acceso al palacio brinda la ocasión de pasear por pasillos y estancias donde el lujo se hace patente, como también lo en las fuentes bañadas de cobre que incrementan su belleza cuando fluyen los chorros de agua por ellas. En la Antigua Casa de la Damas es donde hoy se encuentra el Museo de los tapices. En el mismo recinto está la Real Colegiata, en la que una capilla acoge los restos reales de quien siempre quiso, y con razón, descansar aquí. La tumba del rey no pasa desapercibida.
146 hectáreas de jardines rodean al palacio sirviendo de inmejorable lugar para el descanso y el sosiego. El diseño es otra de un paisajista francés, quien aprovechó la orografía para trazar la mágica estampa que hoy deleita a mis ojos. El entorno se abastece de un mar artificial del que se toma el agua una veintena de fuentes dispuesta por los jardines. Cada una de ellas en inspiración de alegoría mitológicas, como la Fama o la Carrera de los Caballos.
Y después de la visita
Concluida la visita al palacio real, sus jardines y edificios anexos, que se puede prolongar durante horas, llega el momento de atender cuestiones también terrenales como es el apetito. En el tema gastronómico La Granja brinda al viajero una nutrida carta de recursos, que satisfacen al paladar tanto como los jardines lo hacen con la vista.
Para comenzar pido un plato de judiones de La Granja, con una merecida fama de la que doy fe. El restaurante Casa Zaca es uno de los lugares en los que acertar a la hora de comer. Aquí se sirve también las cebollas rellenas de bechamel y carne, un plato con el que deleitar a los sentidos y retomar fuerzas para continuar el viaje. El postre corre a cuenta de la Torta de Valsaín.
Con la golosa muestra gastronómica apetece de nuevo regresar a los jardines de La Granja, conocer los pormenores de la Fábrica de Vidrios o encontrar la salida del Laberinto.