A pocos kilómetros al norte de Manresa, en la comarca catalana del Bages, un destino engatusa al viajero con una prometedora carta de rutas naturales y un nutrido patrimonio natural. La villa de Cardona cuenta en su haber con tres grandes atractivos. El primero de ellos es el castillo de Cardona -fortaleza milenaria que hoy acoge al Parador de Turismo de Cardona-, la propia villa de Cardona -con un conjunto urbano nutrido de templos religiosos y edificios civiles de la Edad Media- y la montaña de la Sal -un parque natural y cultural con más de 40 millones de años de antigüedad.
Castillo de Cardona
El castillo de Cardona sirve de guinda al pastel que supone la visita a esta comarca barcelonesa. Si bien, lo hemos escogido como el inicio de la ruta porque desde aquí se aprecian unas agradables vistas del pueblo y su comarca, antecediendo a la visita a pie.
El castillo de Cardona data del siglo IX, aunque no es solo fortaleza lo que se aprecia en lo más alto de esta colina. El castillo comparte recinto con la colegiata canónica de Sant Vicent, que le da esplendor y hace inmejorable la visita. Los restos arqueológicos se remontan al inicio de nuestra era. Desde entonces, la civilización se ha asentado de una u otra forma en el lugar que hoy ocupa el castillo, situado a 585 metros de altura. Desde aquí es fácil divisar las minas de sal, que constituyen la tercera parada de nuestra ruta.
La construcción tiene dos estilos característicos y bien diferenciados. Por un lado el románico ofrece la visión más sobria de la arquitectura. Mientras el gótico sabe poner la nota distintiva en el conjunto. La iglesia integrada en el castillo data de pocos años después de la fortaleza. Consta en los archivos que se consagró en los primeros años del siglo XI. Aunque no ha sido hasta recientemente cuando ha obtenido la distinción de Monumento Nacional.
La visita al castillo de Cardona y la colegiata de Sant Vicent solo cuesta 5 euros por persona. El recinto está abierto todos los días, salvo los lunes.
Más información en el portal de la Oficina de Turismo de Cardona.
Cardona, ciudad medieval
Los turistas rebosan del castillo deslizándose por la ladera hasta la villa de Cardona. El centro de esta población es otro de los atractivos que justifican sobradamente la visita al interior de la provincia de Barcelona.
Lo mejor para conocer Cardona es dejarse perder por sus calles y plazas. El discurrir del viajero lleva a pasar por encantadoras viviendas urbanas con siglos de historia en sus paredes. Unas ostentan escudos nobiliarios sobre la jamba de las puertas, mientras otras son más humildes, pero igualmente interesantes. Con sus porches, entradas abovedadas, arcos y singular construcción de inspiración románica. Todo el conjunto está declarado como Bien de Interés Cultural Nacional.
Las visitas más interesantes son la parroquia de san Miguel y la capilla de santa Eulalia en los que se refiere a templos religiosos. De los edificios civiles hay que destacar ayuntamiento, así como la casa Graells. Si se tiene ocasión se puede aprovechar al máximo la estancia en Cardona realizando una ruta guiada. Así se puede comprender la importancia de la sal en esta región donde a no llega la brisa marina.
Montaña de la Sal
Hacia el año 986, el conde de Borrell otorgó a Cardona el privilegio de villa mediante la Carta de población. El documento es uno de los tesoros de más renombre en la comarca. En él se hace constar que corresponde la Montaña de Sal y la extracción del preciado mineral “desde el principio y para siempre” a las gentes de Cardona.
A pesar de que desde antaño se sabía de la presencia de sal en estas tierras. No fue hasta el primer año del siglo XX cuando un ingeniero inició la definitiva explotación minera de la Montaña de la Sal. Hoy el conjunto tiene la declaración de Parque Cultural, integrando el excepcional paraje y las minas que han nutrido de riqueza a Cardona y suponen su razón de ser.
Las minas de sal de Cardona no son las únicas del mundo, pero sí que constituyen un fenómeno único en Europa. Sus cavidades naturales amenazan con estalactitas que penden del techo, haciendo de las estancias mineras auténticas salas dignas de palacios. Desde 1990 se pueden hacer visitas y recorrer los entramados de la Mina de la Sal. El Parque Cultural integra a la montaña salina y al conjunto de enseres y restos de la antigua explotación minera, siendo una muestra privilegiada de un conjunto minero salino.
La ruta guiada desciende hasta 86 metros de profundidad. Hasta las entrañas de la montaña, donde esperan impresionantes salas esculpidas por la naturaleza a lo largo de millones de años.
El acceso a las minas tiene un precio aproximado de 11 euros. Cierra los lunes.