Segovia es uno de esos destinos turísticos imprescindibles a los que al menos hay que ir una vez en la vida. El emplazamiento de la ciudad, su historia dictada por romanos y reyes y el legado de que hace gala son justificaciones más que suficientes para dedicar al menos unos días a conocer la ciudad castellana. Estos fueron los motivos de mi último viaje a Segovia, donde descubrí que hay más allá del que probablemente es el más famoso acueducto del mundo.
Si hay agua, hay ciudad
Para los romanos el agua era el cimiento de una ciudad. Un bien de enorme valor sin el que era inconcebible construir la urbe. Gracias a esa concepción del urbanismo, Segovia ostenta el privilegio de engordar la lista de lugares inscritos como Patrimonio de la Humanidad. Al elenco de bienes se suma el Alcázar de los Reyes Cristianos, palacio con una inmejorable situación, que durante siglos sirvió para regir los destinos de los reinos castellanos y cuyos muros dieron cobijo a las cortes de la Edad Media.
El acueducto de Segovia se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y uno de sus principales atractivos turísticos. Se construyó allá por el siglo I a.C., según las investigaciones arqueológicas. El propósito era traer agua desde el río Acebeda, cerca de La Granja de San Ildefonso, hasta el punto más alto de la ciudad, desde donde se distribuía para sus diferentes usos. La extraordinaria obra de ingeniería se ha sometido a una restauración hace poco tiempo, lo que permite verla como lo vieron los vecinos de la ciudad hace más de dos mil años. En la plaza del Acueducto está la mayor representación de este emblema segoviano. Aquí alcanza una longitud de más de setecientos metros, sosteniendo el canal con 166 arcos. Imposible evitar el «selfie» delante de tal maravilla. Pero aún Segovia tiene bastante por ofrecer.
Un palacio para reyes
El Alcázar de Segovia fue en su tiempo testigo y escenario de un acontecimiento único e inaudito, la proclamación de la primera reina de Castilla, privilegio que ostentó Isabel La Católica. De hecho, fue la católica majestad una de las que puso su corte en este palacio. Aunque cuando ella gobernó no tenía el aspecto que hoy día protagoniza la idílica imagen de cuento de hadas.
En el Museo del Alcázar se exponen piezas de artillería y enseres marciales de la época medieval. Allí se puede conocer también algunos datos interesantes del castillo que lo alberga. Se tiene constancia de la existencia del Alcázar desde el siglo XII, cuando aparece en los primeros escritos. Su peculiar forma responde a criterios de estrategia militar, primera función que debió atender. En su construcción se aprovechó una protuberancia rocosa entre los ríos Clamores y Eresma, que le confiere la imagen exterior tan peculiar que hace que valga tanto la visita interior como las vistas desde los miradores próximos. Si bien, las características góticas que hoy se aprecian fueron añadidas con posterioridad, aportando elegancia a la silueta del castillo de Segovia.
Para completar la agenda viajera en Segovia
Aparte del acueducto y el alcázar, Segovia tiene otros muchos atractivos para el viajero. Basta con realizar un recorrido por la ciudad vieja para contemplar la última catedral gótica construida en España. Se levantó en poco tiempo, gracias al amparo de la Corona, por lo que supone una muestra inmaculada del exuberante estilo arquitectónico.
El paseo también lleva a descubrir lienzos parciales de la antigua muralla de la ciudad, con las puertas que daban acceso a Segovia y desde donde se obtienen preciosas vistas de los parajes naturales de alrededor. Sin menospreciar lo que aguarda dentro. Las iglesias de san Millán, la Trinidad y la Vera Cruz son las más interesantes. Las dos primeras responden al estilo románico y la tercera es la más curiosa de las tres. Se dice que la mandó construir la Orden del Temple. Su interior es circular y guarda una de las pocas reproducciones del Santo Sepulcro que existen en el mundo.
El paladar segoviano
Qué sería de un viaje sin una degustación gastronómica. En Segovia los placeres del paladar tienen protagonistas como los judiones de La Granja, el cordero y el indispensable cochinillo asado. Varios son los restaurantes galardonados con premios por sus cocinas, aunque también hay una buena oferta gastronómica en lo que a tapas se refiere.