Canadá es uno de los destinos que desde siempre me han atraído. Su naturaleza, el clima y su particular historia, crisol de culturas, hacen de imán para el yo-turista, a pesar de que el frío ahuyenta el ánimo viajero. Pero Montreal, la primera ciudad de mi ruta por Canadá, tiene un aliciente para el visitante friolero, una ciudad subterránea plagadas de túneles, tiendas, restaurantes e incluso universidad.

Aquí se habla francés

Los habitantes de Montreal llevan a orgullo ser la cuarta ciudad de habla francófona del mundo. Aunque desde su fundación en el siglo XVII han pasado multitud de personas por aquí, y hoy día el inglés es el segundo idioma.

Montreal se puede definir como una ciudad subterránea en una isla con una gran montaña. Tres características de las que presumen los vecinos de una de las ciudades más importantes de Canadá.

montreal

Su nombre se debe agradecer a la montaña que preside la “isla”. Oscar Wilde tuvo el valor de decir que no era una montaña, sino un monte, y aún hoy hay quien tiene recelo del escritor. El “monte real” constituye el principal pulmón de la ciudad. Un parque natural rodeado por edificios que sirve de lugar de esparcimiento para los montrealeses, especialmente cuando el sol calienta.

El Bulevar Saint Laurent hace de eje vertebrador de la ciudad y de línea divisoria entre francófonos (este) y anglófonos (oeste). Además de frontera imaginaria, la avenida sirve de lugar de encuentro de quienes viven y visitan la ciudad. Se dice que fue la primera calle de Montreal. Un camino de sur a norte que permitía a los agricultores llegar a los campos del norte. Hoy nada tiene que ver con su origen, siendo un auténtico centro de ocio de 11 kilómetros de longitud.

El Circo del Sol con sabor a carne ahumada

El bulevar Saint Laurent me sirve de guía en los primeros pasos por Montreal. Al inicio de la calle su suelo es adoquín, en el entorno del puerto viejo, justo donde se encuentra el Centro de las Ciencias. El lugar también acoge la carpa permanente del Circo del Sol, que nació en esta región de Québec. Los canadienses están especialmente orgullosos de esta idea de arte circense que ofrece espectáculos jóvenes, dinámicos y alegres por todo el mundo.

Jardín Botánico de Montreal

Jardín Botánico de Montreal

Saint Laurent hace de frontera del Barrio Chino. Los asiáticos llegaron a Canadá como mano de obra barata para la construcción del ferrocarril, pero muchos de ellos no pudieron regresar nunca por no soportar las gélidas temperaturas invernales. Otros se trasladaron a la parte más oriental del país. En Montreal se afincaron muchos de ellos, siendo hoy día gerentes de algunos de los restaurantes orientales más prestigiosos de América.

Aunque para restaurante famoso hay que continuar por el bulevar Saint Laurent hasta ver el letrero del restaurante Schwartz’s, concretamente sobre el toldo rojo se puede leer en grandes letras: “Charcuterie hebrainique de Montreal”. Una vez dentro hay que pedir el típico bocadillo de carne ahumada que llevan preparando en este local desde 1928. Todo un emblema de la gastronomía de Montreal.

¿Qué hay bajo mis pies?

Suerte que de allí de donde vengo no baja el mercurio de los termómetros como lo hace en la región de Québec. En la década de los 60 en Montreal se ideó una original solución para soportar el frío invernal sin interrumpir la actividad comercial de la ciudad. Aprovechando los túneles del metro y sus estaciones se construyó una ciudad subterránea. La ciudad subterránea más grande del mundo.

Una vez que se accede no se echa de menos la luz solar, pues aquí se han reproducido edificios, tiendas, restaurantes y viviendas que permiten hacer vida bajo tierra buena parte del año.

Catedral de Montreal

Catedral de Montreal

En total los túneles y grandes galerías suponen tener una ciudad de 30 kilómetros para el asfalto con infinidad de propuestas tanto de ocio como de administración. Bajo tierra tiene su sede una de las cuatro universidades de Montreal, se puede comer en más de 300 restaurantes, las bolsas de la compra la suministran casi 4000 tiendas, las empresas pueden alojar a sus empleados en 1200 oficinas e incluso hay cerca de 2000 viviendas. Es sencillamente espectacular saber que nos encontramos bajo varios metros bajo tierra y parece que estamos en un lujoso crucero, pero es Montreal Underground City, la ciudad en la que protegerse de los 30º bajo cero que hay en la superficie.

No hay tiempo para aburrirse

Es indiferente la época del año en que se visite Montreal. El calendario de actividades es abrumador, y en gran parte hay que agradecerlo a los festivales que se suceden sobre y bajo tierra. El Festival Internacional de Jazz organiza coincidiendo con el inicio del verano unos mil conciertos en 25 lugares diferentes, y todos gratuitos. Cuando acaba da el relevo al Just for laughs Festival Comedy, una particular carnaval donde hay lugar para disfraces, actividades y monólogos. Coincide con el Francofolies, otro festival de música con conciertos gratis.

Sin menospreciar la música, me quedo con el festival gastronómico de Montreal, el Montreal en Lumiere. Dos semanas para degustar los sabores de Canadá y sus vinos y cervezas. Por cierto, cuando vayas a Montreal debes saber que el vino es especialmente caro, por lo que puedes llevar tu propia botella a la cena de un restaurante siempre que fuera veas el cartel AVV (Apportez Votre Vin).